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23 de noviembre de 2011

Once in a blue Moon.

El hipogrifo se elevaba cada vez más, podía sentir el viento que me golpeaba la cara y hacía temblar todo mi cuerpo. Era un era una sensación intermedia entre la adrenalina y el miedo. Poco a poco cesó el vuelo y llegamos a la Luna. Lo primero que vi fue el Amor. ¿Por qué es tan sumamente difícil encontrarlo en la Tierra? 

Por este motivo decidí dirigirme a la Luna, porque se supone que, como dice Ariosto, aquí en este satélite podemos encontrar todo lo que nosotros, la humanidad, ha perdido en el camino de la vida. Pero a lo mejor son cuentos todas estas cosas. Cuentos que engañan.. Pero yo pruebo igualmente. Pruebo a encontrar aquí el Amor verdadero que sepa tener unidas dos personas para siempre. Un Amor que nos haga renunciar a cualquier cosa, ya que no habrá nada que lo equivalga en importancia. Ese Amor que encontramos por casualidad en la vida, mientras el mundo nos distrae por completo. Y ahí lo encontré, un frasquito donde ponía "amor", y lo cogí; nada más hacerlo me di cuenta que a pocos centímetros había otro frasquito en el que, con una caligrafía muy rebuscada, pude interpretar un "suspiros". Esos suspiros perdidos por ti, no en vano, pero perdidos. Cogí estos tarritos con ternura y avancé un poco más por este paraje. Encontré una especie de ampolla que contenía las amistades perdidas. La aferré entre mis manos y en ese preciso instante me invadió una súbita sensación de alivio. Volví a pensar en como la había perdido: por culpa de mis palabras, mi orgullo y mi insolencia. Ahora reencontrada, me dí cuenta de cuanto valía una amistad verdadera.

Más allá había dos grandes estanterías, que examiné curiosamente: había recipientes que contenían los "afectos", las "alegrías", pero también el "amor por el mundo". Me llamó particular atención un botecito en el que con tinta espesa y negra habían escrito "horrores de la guerra". En la Tierra no recordamos que quisiese decir la guerra, el hambre, el sufrimiento y la violencia. Y es por eso que las personas vuelven a cometer estos atroces errores.

No tenía más tiempo, tenía que volver. Me subí al hipogrifo para que me llevase de vuelta a casa. Era muy feliz llevando algunos de esos frasquitos en mis bolsillos.

1 comentario:

  1. *______________________* Dios, está precioso. Yo ya me considero fan tuya y de tu blog (bueno, desde Pioggia di Novembre) jaja. En serio, sigue así Alvarito. Me ha encantado.

    Un besazo,
    Sara Vilda García <3

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